El flemón es uno de los problemas bucodentales más conocidos e incluso parodiados. ¿Cuántas veces has visto a un personaje de dibujos animados con la mitad de la cara inflamada y un pañuelo rodeando su barbilla y atado sobre su cabeza? Hoy nos gustaría darte una versión más realista de lo que es un flemón o absceso dental, sus causas y cómo tratarlo.
De forma muy sencilla podríamos decir que es una inflamación que se produce junto a una pieza dental cuya raíz sufre una infección bacteriana. Es, básicamente, una bolsa de pus junto a un diente que no está sano.
Esto puede deberse a diferentes causas, como pueden ser una caries en esa misma pieza dental, una enfermedad periodontal (ya sea gingivitis o periodontitis), un traumatismo que provoque una rotura de esa pieza o una pulpitis (que consiste en la inflamación de la pulpa dental, también conocida como nervio del diente).
Ya hemos dicho que se acompaña de infección dental y, por consiguiente, inflamación y deformación de la cara en el lado afectado, pero además podemos encontrar otros síntomas: dolor al comer o al masticar que puede extenderse hacia la garganta o el oído; hipersensibilidad a la temperatura, tanto al calor como al frío; sensación pulsante en la zona afectada (como si notases los latidos del corazón en esa zona); puede producirse también un aumento de la temperatura corporal; mal aliento o halitosis; inflamación ganglionar en el cuello.
El mejor tratamiento para un absceso dental debe determinarlo tu odontólogo, puesto que va a depender de la causa del mismo. A grandes rasgos podemos decir que, inicialmente, es necesario tratar la infección sea cual sea su causa, la inflamación y el dolor.
Debe determinarlo un especialista, pero se utilizarán antiinflamatorios y antibióticos, además de poder realizar enjuagues con agua y sal que ayudarán a eliminar o, por lo menos, disminuir, la bolsa de pus acumulada en el flemón. Una vez que la inflamación y la infección estén eliminadas será cuando tu dentista podrá comenzar el proceso para tratar la causa de ese flemón.
Habíamos dicho que las causas podían ser diversas, por lo que habrá la misma diversidad de tratamientos. Podríamos dividirlos en dos: los tratamientos encaminados a salvar la pieza dental dañada y los tratamientos encaminados a extraer esa pieza cuando no puede ser conservada.
Los tratamientos que buscan salvar la pieza dental pueden ser desde una endodoncia hasta el emplazamiento de una corona, pasando por un empaste, dependiendo de cuál fuese la causa. Una vez eliminado el flemón y tratada la causa que lo hizo aparecer, evitaremos que se vuelva a desarrollar.
Los tratamientos que buscan extraer la pieza afectada se utilizan cuando ya había una endodoncia hecha y no ha funcionado o cuando no existe tratamiento posible, por ejemplo, cuando la pieza dental está rota y no puede arreglarse. De esta forma evitamos que la inflamación vuelva a producirse.
Para evitar los flemones es crucial que mantengas una buena higiene bucodental, que acudas a las revisiones odontológicas y, por supuesto, en caso de notar algún síntoma, consultar con un experto.